19 enero, 2017
Esta semana me he dedicado a convocar gente de mi red social real para que asistamos a la Marcha contra la impunidad del próximo domingo 22.
La mayoría _gente educada, con estudios superiores de post grado y en algún caso con un nivel técnico_ declina participar, con desaliento, con desesperanza absoluta y la convicción de que aquí no pasará nada.
Me empeño en convencerles de que sólo no pasa nada cuando la apatía nos inmoviliza. “Vamos a soñar contra toda evidencia”, les digo, “vamos a mantener la esperanza de que si hacemos la suficiente presión pública, algo tiene que cambiar”.
No es que desconozca que las denuncias de corrupción aquí se vuelven sal y agua, ni que el partido gobernante es dominante en todos los estamentos del poder político, ni la red de complicidad que une a las élites dominicanas, por comisión u omisión.
Conozco esas historias y estoy convencido de que son ciertas, pero también tengo la convicción de que la apatía no ayuda a ninguna causa.
Si nos conformamos con expresar nuestro desahogo en las redes sociales de Internet, ciertamente nada ocurrirá. Si nos quedamos solamente en la marcha del domingo, ciertamente nada ocurrirá. Pero ni siquiera las dictaduras son indiferentes a la presión pública sostenida.
Si el domingo vamos a la marcha y continuamos más adelante con la firma de proclamas, si nos enrolamos en movimientos sociales, si hacemos cacelorazos, si escrachamos a los corruptosconocidos, si abandonamos los restaurantes y bares donde ellos son bienvenidos, algo tiene que cambiar.
En la última rueda de prensa que realizó Barack Obama como presidente de Estados Unidos, se despidió de los periodistas sin llegar a su proverbial optimismo, pero con la certidumbre de que el país estaría bien, pese al caos y la reversa que se vislumbra con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
“En mi fuero íntimo, creo que vamos a estar bien”, dijo Obama. “Solo tenemos que luchar por ello, trabajar por ello, y no darlo por sentado”.
Ni siquiera en la potencia a la que el mundo mira como referencia los avances se dan o el progreso se preserva si no es porque los ciudadanos luchan por ello en todos los flancos.
Abandonemos el activismo de sofá y movilicémonos de verdad, porque sólo nosotros, los ciudadanos, estamos en capacidad de hacer que las cosas cambien.