Nadie se muere en la víspera
República Dominicana es testigo.
Esta media isla respiró profundo luego de fallar, en parte, los pronósticos científicos amenazantes del Huracán Irma, calificado por expertos como catastrófico y de dimensiones estructurales nunca vistas, en comparación con otros similares.
Días previos Irma desató su furia en las Antillas Menores y Puerto Rico dejando más de 10 muertos y ambientes desolados y destruidos no cuantificados todavía.
En República Dominicana, “su próximo destino” se esperaba lo peor.
Las autoridades competentes, con antelación, activaron sus planes de contingencia con amplia colaboración de los sectores más vulnerables a los posibles efectos del huracán.
De repente, los pronósticos meteorológicos comenzaron a variar, tomando Irma altura y minimizando sus efectos que se adentraban al Océano Atlántico.
Ahí no termina la película, y por el contrario, se develiza la intención del fenómeno natural.
Irma solo vino a alertar a los dominicanos queriendo decir que: Ante Dios todos somos vulnerables.
Irma sopló para que el dominicano renueve su fe, crea más en las oraciones y con estas combata y sensibilice a los corazones de los injustos, de los agresores de niños y mujeres y de los políticos o no, que se creen tienen el mundo en sus manos.
Irma mojó con su lluvia los focos de pobreza, que frágiles podrían convertirse en lamentable desgracia.
Irma con su trayectoria recta puso de relieve el poder de la oración para humanizar a los que nada temen a Dios.
En conclusión “Ante Dios todos somos vulnerables.
Jorge Casado
El autor es periodista, fotógrafo y promotor cultural infantil y juvenil.